Revertir la Maldición IV – El Ministerio de Jesús (Lucas)

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año de gracia del Señor” (Lucas 4:18-19).

“Hoy mismo se ha cumplido la Escritura que ustedes acaban de oír.” (Lucas 4:21b)

La misión de Jesús está claramente articulada. Su misión mesiánica (ungida) es llevar “buenas nuevas” (evangelio) a los pobres, prisioneros, ciegos y oprimidos. No es simplemente un mensaje, sino acciones. Dios en Jesús actúa para redimir. Es la gracia divina (favor).

¡Es Jubileo! Lo que el Jubileo debería haber significado para Israel a lo largo de su historia (aunque no hay evidencia de que Israel lo haya practicado alguna vez) irrumpe en el mundo a través del ministerio de Jesús. El jubileo –prisioneros liberados, buenas noticias para los pobres (por ejemplo, liberación de deudas)– ha llegado con la presencia del reino en la persona de Jesús.

En el nivel del “panorama general”, esto es la reversión de la maldición. Todo lo que significa la maldición en la creación rota se revierte en el ministerio de Jesús. Es su misión; por eso fue enviado. ¡Es lo que predica y es lo que hace!

“…la gente trajo a Jesús todos los que padecían diversas enfermedades, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los sanaba” (Lucas 4:40).

“Es necesario que también en las demás ciudades anuncie la buena nueva del reino de Dios, porque para eso fui enviado” (Lucas 4:43).

Estas líneas son programáticas en el Evangelio de Lucas. Es la misión de Jesús en la práctica; Jesús está practicando el reino de Dios. Sana a los enfermos y declara la presencia del reino de Dios en el mundo. Ésta es su misión.

Su ministerio es la “buena nueva del reino de Dios”, es decir, que el reino de Dios se ha acercado y cuando el reino se acerca, el quebrantamiento del mundo es sanado. La maldición se revierte.

El “reino” aquí no son las estructuras y la organización de una iglesia institucionalizada. Más bien, el reino es el dominio de Dios en el mundo; cuando Dios reina y vence la maldición, cuando Dios reina y destruye las barreras caídas, cuando Dios reina y vence las enfermedades, los demonios y la muerte, cuando Dios reina y reconcilia a los pueblos, cuando Dios reina y los pobres y oprimidos obtienen justicia.

El ministerio de Jesús es una puesta en práctica proléptica del eschatón. En otras palabras, el cielo nuevo y la tierra nueva (donde no hay maldición) han irrumpido en el cosmos maldito de una manera que declara y promete el futuro. El ministerio de Jesús es la presencia del futuro; el futuro irrumpe en el presente cuando Jesús proclama las buenas nuevas del reino y sana a los enfermos. El ministerio de Jesús es la promesa de Dios de un mundo diferente, un mundo futuro donde no habrá más maldición.

Las “buenas nuevas” (evangelio) del “reino de Dios” no son, en este punto del ministerio de Jesús, la muerte y resurrección de Jesús. De hecho, la muerte y resurrección de Jesús es el medio hacia el fin de la realidad del reino de Dios. Esa realidad es una “buena noticia”. Es la buena noticia de que Dios pretende redimir, renovar y restaurar su creación y su comunidad. Dios hace esto a través del ministerio, muerte y resurrección de Jesús; estos son los medios por los cuales Dios inaugura, implementa y consuma su reino en el mundo.

“Sanad a los enfermos que estén allí y decidles: El reino de Dios está cerca de vosotros” (Lucas 10:9).

“Vi a Satanás caer como un rayo del cielo… Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis” (Lucas 10:18, 23b).

El Evangelio de Lucas llama a los discípulos de Jesús a participar en la misión de Jesús. Así como Jesús declaró el mensaje de que “el reino de Dios está cerca” (que son las “buenas nuevas del reino”) y sanó a los enfermos (revirtiendo la maldición), sus discípulos lo siguen al mundo para anunciar la cercanía del reino y participar en la reversión de la maldición. Los discípulos proclaman las buenas nuevas del reino y sanan a los enfermos.

La curación de los enfermos es sólo un ejemplo de la presencia del reino. Los médicos, enfermeras y profesionales médicos son instrumentos del reino de Dios incluso cuando no lo saben, ya que “curan a los enfermos”. Los científicos ambientales son instrumentos del reino de Dios incluso cuando no lo saben, ya que protegen y preservan el medio ambiente. Los educadores son instrumentos del reino de Dios incluso cuando no lo saben, ya que disipan la ignorancia y equipan a los estudiantes para una vida responsable en el mundo. Las obras sociales son instrumentos del reino de Dios incluso cuando no lo saben, ya que trabajan por la justicia social entre los oprimidos y abandonados. Y la lista podría seguir….

Nuestras vocaciones, como discípulos de Jesús, deben servir los fines del reino de Dios. No seguimos nuestras carreras por el dinero, la codicia y el poder. Más bien, nuestras vocaciones –ya sea medicina, derecho, educación, industrias de servicios, etc.– son instrumentos del reino de Dios en el mundo. Los discípulos reconocen esto como las buenas nuevas del reino incluso cuando otros no vean el reino de Dios en lo que están haciendo. Los discípulos proclaman la realidad de Dios en el mundo mientras trabajan por la sanación y la reconciliación.

En el fondo, los discípulos continúan el ministerio de Jesús. Como instrumentos del reino, son un medio por el cual Dios reina en el mundo para la paz, la sanación y la reconciliación. Los discípulos participan en la misión de Jesús de revertir la maldición a medida que el reino de Dios crece y llena la tierra.

Cuando se revierte la maldición –cuando los pobres reciben buenas noticias, los ciegos ven, los oprimidos obtienen justicia y los prisioneros son liberados–, Satanás cae y la creación es bendecida. Satanás es aplastado por el talón del reino de Dios y la creación es liberada de su esclavitud.

Los discípulos de Jesús que ven el “panorama general” saben que su misión no se limita a “salvar almas” y “llevar personas al cielo”. La misión de Jesús trata de cómo el reino de Dios irrumpe en el presente para revertir la maldición y renovar las bendiciones: sanar y bendecir a todas las naciones. Cada victoria ahora anticipa el futuro; Cada victoria es una promesa de futuro. Satanás está cayendo y Dios está bendiciendo su creación.

[Translated by David Silva]



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